Es la propiedad en virtud de la cual algunos elementos que se encuentran en la naturaleza, como el Uranio, se transforman, por emisión de partículas alfa (núcleos de Helio), beta (electrones), gamma (fotones), en otros elementos nuevos, que pueden ser o no, a su vez, radiactivos.
En el centro de todo átomo hay un núcleo formado por protones y neutrones apretados los unos contra los otros. Cuando su número es muy elevado el núcleo es inestable, y busca la estabilidad mediante la expulsión de algunas partículas. Los procesos que se desarrollan en el interior de un núcleo en busca de su estabilidad determinan la expulsión de partículas alfa, consistente cada una en dos protones y dos neutrones; de partículas beta, que son electrones resultantes de la transformación de un neutrón en un protón, y de rayos gamma, que son radiaciones invisibles y muy penetrantes.
La radiactividad es por tanto, un fenómeno natural al que el hombre ha estado siempre expuesto, aunque también están las radiaciones artificiales. Así pues, diferenciamos dos casos; radiación natural y radiación artificial:
Radiación Natural
Siempre ha existido, ya que procede de las materias existentes en todo el universo, y puede ser radiación visible (como por ejemplo la luz), o invisible (por ejemplo los rayos ultravioleta). Esta radiación, procede de las radiaciones cósmicas del espacio exterior (Sol y estrellas), pues ellos son gigantescos reactores nucleares, aunque lejanos; también proceden estas radiaciones de los elementos naturales radiactivos (uranio, torio, radio) que existen de forma natural en el aire, agua, alimentos, o el propio cuerpo humano (potasio, carbono-14). Esta radiación natural, es del orden del 88% de la radiación total recibida por el ser humano, clasificándose de la siguiente manera:
- Radiación cósmica: 15%
- Radiación de alimentos, bebidas, etc.: 17%
- Radiación de elementos naturales: 56%
- Televisores y aparatos domésticos: 0.2%
- Centrales nucleares: 0.1%
- Radiografías médicas: 11.7 %
¿Cómo protegernos de la radiactividad?
Hay tres formas fundamentales de protegernos de las radiaciones:
1) Interponiendo obstáculos entre ellas y nosotros.
2) Alejándonos de la fuente que las produce.
3) Reduciendo el tiempo de exposición.
Algo semejante a lo que hacemos cuando queremos protegernos de los rayos del sol. El uso de equipos adecuados permite reducir la cantidad de radiación absorbida en usos médicos.
En el caso de las centrales nucleares, los muros de cemento y niveles adecuados de agua limitan el riesgo de los trabajadores.
Una adecuada contribución de barreras de protección y una distancia suficiente permiten manipular con seguridad objetos muy radiactivos.
Para reducir al máximo la exposición a las radiaciones, los operadores efectúan distintos entrenamientos antes de pasar a realizar sus tareas en zonas radiactivas.
De este modo, podemos reducir una parte de las radiaciones que recibimos. Esto está claro en el caso de los usos médicos, pero no es tan fácil limitar la exposición a la radiación natural en el caso de las personas que viven en zonas montañosas.
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